De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas,
Y la buena fama más que la plata y
el oro.
Proverbio 22:1
La enseñanza en
este proverbio es, que es más importante tener una buena reputación que tener
riqueza. Hoy en día este
principio ha quedado muy lejano, ya que al mundo le importa más las riquezas que
la buena reputación, si es que en algo le importa la buena reputación. Pero
¿por qué sucede esto? Creo que la respuesta es, porque es más fácil hacer
dinero que hacerte una buena reputación.
EL PROBLEMA
Tanto a mujeres como hombres no les
importa manchar su reputación con las cosas que hacen, con tal que puedan ganar
unos cuantos pesos extras son capaces de vender más allá de su reputación, es
triste pero es la realidad en la que vivimos. Sin duda esas personas no conocen
a Dios y su mayor necesidad es conocer la verdad y venir al arrepentimiento.
Pero ¿qué sucede
con los que ya conocemos a Dios y sin llegar al grado de un inconverso, no
tomamos en cuenta nuestra reputación? Creo que lo que llegamos a pensar es,
“bueno, pero yo no llego a ese extremo” o “pues, en estos tiempos ya es algo
normal”. Este modo de pensar, no solo mancha nuestra reputación como creyentes,
también mancha el nombre de Cristo, y nuestro testimonio queda en el suelo.
LA SOLUCIÓN
Como creyentes
no podemos medir nuestra vida con la vida de un no creyente, ni basarla en la
corriente de este mundo. Pablo exhorta una y otra vez a la Iglesia: En cuanto a la pasada manera de vivir,
despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos.
Dios trajo la verdad a nuestras vidas, ya no necesitamos seguir viviendo
esclavos de una mentira. Necesitamos renovar nuestro entendimiento con la
Palabra de Dios, y afirmar nuestras vidas solo en ella; eso es lo que realmente
cuesta, pero es lo que nos va a dar una buena reputación.
Una reputación que sin duda supera toda la riqueza de este mundo.
- Sergio Rugerio
Twitter: @sergiorugerio
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